Entraste a mi vida sin permiso alguno
Me tomaste de la mano y me llevaste por tu destino
Experimentaste en mí cuanta lujuria invocaste
Creíste en mis claras intenciones
Nunca condicionaste nuestros sueños
Caminabas a mi lado sin temor
Hastiabas mis labios de besos fingidos
Entregabas tú cuerpo en sábanas viejas
Volvías a mí, cansada y triste
Atormentabas mi inocente confianza
Creíste ocultar las caricias ajenas
El cuerpo es tan perfecto que evita mentiras
El corazón sangra sobre llagas ignoradas
Fue un placer haberte querido.
lunes, 8 de diciembre de 2008
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